domingo, 27 de mayo de 2012

ENAMORAMIENTO

      Lo llevo todo el día en la cabeza. Hoy 27 de Mayo es el día de mi Enamoramiento.
      Día grande que vuelve a nuestras vidas  año tras año y así llevamos ya treinta y ocho.

      Sí; en una tarde de mayo hacia las seis, en la playa de los Arenales del Sol, junto al restaurante que entonces había, yo  declaré mi amor a Teresa y nos comprometimos con  fuerza definitiva y total.

     Cada uno tiene su historia. La mía con Teresa es muy particular. Claro que no la voy a contar. Pero no me resisto a decir que nuestro compromiso de enamoramiento se selló no con un beso sino con nuestro primer beso. Fue todo tan fuerte y rotundo que nunca podremos olvidar lo que me pasó y es que  se apoderó de mí un temblor tan intenso, literalmente de pies a cabeza, que me atrapó como, al menos, quince minutos sin poderlo parar de ninguna manera. Ella estaba asustada ¿qué te pasa?...Fue cómo si saliera  desde dentro  una inmensa energía contenida y encarcelada, como si se liberara la furia de una represión desde  muchos años controlada...

br />     El brindis con cava ya estuvo envuelto en  melodías de los "Paraguas de Cheburgo" (nuestra canción). Todo era luz, alegría y esperanza.

   
En  Diagonal  Ascensión

         Mirando con cariño esta preciosa escultura uno siente cómo el amor representado en mujer alada proyecta su ser hacia cielos infinitos rodeada de azules tornasolados propios de un espíritu enamorado que es la ideal y concreta realización del amor.

        Por eso he creído encontrar la más perfecta  concreción de la entrada de hoy,un nuevo día 27 de mayo, en esta "Diagonal Ascensión"...

       Teresa, no sólo manifiesta esa potencia expresiva en la escultura. La belleza es también poesía en ella. Transcribo su "Landa Atmosférica nº 1" de sus poemas "Desde el amor y la espera" que compuso a sus 19 años haciendo evidente referencia a la historia antes contada de nuestro primer beso.

       Insaciables de vida,
       de secuencias sentidas propias,
       empiezan a pasar minutos.
                               Y en mi último instante escupido en futuro,
      eléctricamente
      con mirada astral
      buscarás mis ojos.

                              Mientras, una transmigración de gaviotas me abre el pecho.

      Una mirada ajena al mundo
      se me engancha entre los dedos.
      El cuello. La cintura.

                              Una transmigración de susurros
                              me abre los labios
                              llenándome la garganta de besos,
                              de confidencias. De líquido feliz.
                 
   

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